sábado, 24 de octubre de 2009

DESARROLLO EVOLUTIVO DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD VISUAL

Si el déficit visual tuviera un único origen y una única causa tal vez sería posible establecer cuadros de desarrollo similares, pero, al no ser así, nos encontramos con que es muy probable que
bastantes sujetos no presenten ninguna de las manifestaciones que vamos a enunciar o que varíen
notablemente en el número o en la intensidad de las que tengan.
En la aparición o no de determinadas conductas o comportamientos van a influir decisivamente
los siguientes aspectos:
- Momento de aparición de la DV.
- Actitud familiar ante la DV.
- Ritmo (progresivo o no) de la enfermedad.
- Presentación de otra anomalía o enfermedad asociada.
- Resto visual que permanezca.
Unos padres que hayan superado el impacto de la ceguera o baja visión del hijo y se hayan preocupado por estimularlo adecuadamente, de recibir información precisa, de introducir al niño en ambientes atractivos y enriquecedores junto a otros niños, etc., seguramente van a determinar el que su hijo presente un desarrollo armónico y prácticamente igual al de cualquier otro niño. En
cambio, unos padres que no logran superar la angustia o fuertemente “culpabilizados” o con unas atribuciones negativas respecto al déficit etc., van a propiciar la aparición de una serie de conductas en el niño y van a provocar retrasos en el desarrollo que falsamente podrían llevarnos a la conclusión de que son características de los sujetos con déficit visual.
Si bien no existen unas manifestaciones comportamentales uniformemente presentes en todos los niños con DV, sí suelen presentarse con relativa frecuencia ciertos rasgos de comportamiento en bastantes de ellos. A continuación vamos a estudiar aspectos diferenciales en distintas áreas del desarrollo, sobre las que será necesario intervenir:
El desarrollo del Lenguaje.
La falta de vista no impide el desarrollo lingüístico normal porque la habilidad para producir sonidos es innata, pero tampoco la propicia (Tonkovié, 1976). Será la relación con los adultos y el mundo exterior la que va a estimular o detener el desarrollo lingüístico del niño.
La DV tiene un fuerte impacto sobre el establecimiento del vínculo madre-hijo y la forma en que madre e hijo se van a comunicar, especialmente si el niño no dispone del sistema visual o lamadre no sabe cómo relacionarse con su hijo y cómo interpretar sus señales con las consiguientes actitudes de angustia, frustración y hasta rechazo. Esa percepción deficiente o ausente va a afectar a las conductas prelingüísticas que podríamos considerar campos físicos de la
comunicación:
- Gestos de la cara: mirada, contacto ocular, sonrisa..
- Gestos de las manos: movimientos de pedir, señalar; prensión.
- Otros gestos corporales
Su influencia se verá igualmente en los niveles congnitivos necesarios para adquirir el lenguaje:
imitación, juego simbólico y atención.
La DV va a repercutir, evidentemente, sobre el tipo y cantidad de experiencias que el niño va a tener, tanto por la deficiencia en sí como por la actitud protectora que los padres puedan adoptar.
El momento en que se produzca la pérdida de visión sí será muy importante, dado que, cuando mayor sea la edad del niño, menos habrá afectado a su desarrollo psicomotor, más experiencias
habrá vivido y más avanzado será su desarrollo verbal en el sentido de la normalidad. Por otra parte, la cantidad de imágenes almacenadas en su cerebro (en cuanto a formas, tamaños, colores, espacios...), le permitirá usar un lenguaje vivido.
En los bebes de baja visión la relación madre-hijo puede verse alterada dependiendo del momento en que la madre descubra que su hijo tiene un problema visual y de en qué medida ese déficit incapacite al niño para mantener el contacto gestual con ella. La actitud y expectativas de los padres vendrán a determinar que puedan tener un código gestual con su hijo. Y, además el niño puede aprender a usar más eficientemente su visión si el adulto le proporciona la ayuda
adecuada.
Hay que reconocer pues la importancia de estimular la visión a edad temprana si el niño, precisamente por su déficit, no ha podido autoiniciar su estimulación visual en su contacto con sus padres y también en su contacto con el medio. Una percepción deficiente es causa de retrasos motores: si el niño no ve los objetos que lo rodean no intenta alcanzarlos y explorarlos. Por lo tanto, no podrá construir una imagen constante de ellos, diferenciándolos de otros objetos y asignándoles un nombre. Precisamente con la estimulación visual se consigue que el niño “mire”
y de significado a lo que ve.
Algunos aspectos del lenguaje del niño ciego:
- El habla aparece, en general, más tardía.
- Alarga el estadio de imitación (de palabras y frases de su madre, disfruta con la imitación, aunque no comprende el significado, las desvincula del contexto y las repite).
- Juega con el sonido de las palabras y las frases (atiende más a su fonética que a su sentido semántico).
- Usa el habla para controlar el entorno, más que para comunicar una experiencia.
- Utiliza el lenguaje más para referirse a acciones y deseos personales que a objetos y sucesos externos.
- Utiliza gran número de preguntas, generalmente estereotipadas, para adquirir información
de las personas que no conoce. También hace preguntas relacionadas con aspectos visuales, que aunque a él no le sirven para funcionar, las hace para agradar al adulto y aproximarse al mundo de las personas que ven.En situaciones difíciles de controlar (entorno fuera) no habla o habla solo.
El desarrollo Motriz
El desarrollo motriz, en sí mismo, no es más lento en los niños ciegos. La motivación por el
desplazamiento se desarrolla a un ritmo distinto en función de la carencia de entrada de
información visual. El niño ciego necesita que las personas que le rodean le proporcionen la
motivación para buscar y dirigirse hacia los objetos, para que éste empiece a moverse con
sentido.
Para un niño que ve, la visión constituye un elemento de iniciación al desplazamiento u otras
conductas motrices autoiniciadas. El sonido no indica al niño ciego la existencia de un objeto, al
igual que lo indican la vista, de forma que no se sentirá estimulado a explorar el ambiente hasta
que no logre descubrir que el sonido puede significar la existencia de un objeto que se puede
coger, y que se encuentra rodeado de objetos que puede explorar.
En el desarrollo senso-motor del niño ciego se suelen presentar algunos aspectos especialmente
dificultosos, condicionados por la propia deficiencia, sobre los que sería necesario poner un
énfasis especial:
- Conocimiento del propio cuerpo.
- Conocimiento, estructuración y organización espacial.
- Conducta motriz imitativa.
- Control de ejecuciones motrices.
- Adquisición de habilidades motrices (esquemas motrices).
Para que los niños ciegos puedan moverse con habilidad y eficiencia es necesario que conozcan y comprendan su propio cuerpo y la relación de sus partes, así como la relación que guarda su cuerpo con el espacio que le rodea.
El niño sin problemas visuales adquiere de una forma espontánea y automática la idea de espacio, de manera que es capaz de desplazarse sin ayuda. El niño ciego, no puede adquirir de forma espontánea los conceptos espaciales, a no ser que se le hayan ofrecido las oportunidades de hacerlo mediante una adecuada estimulación desde las primeras etapas evolutivas.
Se requiere un buen conocimiento del espacio (conceptos de posición, ubicación, dirección y distancia) antes de que el niño ciego pueda aprender la forma de movilizarse por sí mismo. Estos niños tienen dificultad para adquirir conceptos sobre orientación en el espacio, necesarios para lograr eficiencia en los movimientos locomotrices y en la movilidad independiente.
Para potenciar el desarrollo de la capacidad de organizar su espacio es necesario realizar un programa de actividades motrices en que se incluyan actividades y ejercicios para el desarrollo de conceptos espaciales, desde el momento de su escolarización, e incluso antes.
El niño ciego carece de la posibilidad de conocer las consecuencias de sus acciones y, de éstas aprender qué acciones repetir y cuáles no hacer de nuevo. Cuando el niño no percibe el resultado
de sus movimientos se produce un atraso en la realización de las acciones intencionadas, el adulto debe ayudar al niño en estas acciones para que las ejecute con mayor precisión.
Al igual que ocurre en otro tipo de habilidades, los niños con DV graves y ciegos presentan una evolución más lenta en el desarrollo de habilidades motrices, requieren de modelos concretos areproducir, se mueven con más lentitud y requieren practicar más que los niños con visión para
lograr una determinada habilidad. Esta mayor lentitud se observa sobre todo en los aspectos
relacionados con la postura, la marcha, la fuerza del tronco y extremidades, la flexibilidad, la rotación del cuerpo y los movimientos coordinados del tronco y las extremidades.
El desarrollo de la Personalidad. Autoconcepto. Autoimagen.-
Podemos afirmar que no encontramos elementos que nos permitan hablar de que exista una
personalidad del ciego. Se puede observar algunos rasgos, algunas tendencias, pero no siempre y no en todos los individuos carentes de visión.
En muchos casos, las personas que tienen su visión disminuida, suelen tener una pobre
autoimagen, no se sienten cómodos con ellos mismos ni con los otros , y, como consecuencia,suelen manejar muchos mecanismos de defensa para poder sobrevivir en un mundo de videntes.
Suelen ser personas excesivamente dependientes que evitan toda situación que implique
ansiedad, y que ponga de manifiesto su incapacidad. Normalmente culpan a su falta de visión de todos sus fracasos, aun cuando no tenga ninguna relación con el problema.
Una persona ciega o con baja visión no está lista para asumir una vida social adecuada hasta que no ha superado algunos traumas psicológicos consecuencia de su ceguera. El peligro está en que , en muchos casos, suelen evitar las situaciones sociales, prolongando el aislamiento, lo cual pronto afectará psicológicamente a la persona, produciendo un círculo vicioso, en el que se da el
aislamiento como consecuencia de la inseguridad, dándose la circunstancia de que a mayor aislamiento, mayor inseguridad, y viceversa.
En cuanto el desarrollo del autoconcepto, existe mayor dificultad en los niños parcialmente videntes que en los ciegos, ya que tienden a autocompadecerse más y están menos capacitados
para aceptar sus limitaciones visuales. A esto se une el hecho de que se es mucho menos comprensivo con ellos que con los ciegos.
Si el niño ciego sólo puede percibir por medio del tacto, es fácil comprender la lentitud con la que se desarrolla el proceso de autorealización. El uso de las manos para tocar las distintas partes del
cuerpo estabiliza la orientación del niño en el espacio próximo, convirtiéndolas en instrumentos de investigación esenciales en la exploración táctil y en el desarrollo de las habilidades necesarias para el aprendizaje posterior. El niño ciego necesita tener la oportunidad de explorar, manipular, cuestionar y comentar lo que se le enseña, de manera que pueda afianzar lo aprendido y comprobar por sí mismo en qué manera asimila.
Una elevada autoestima requiere, para cualquier niño, un desarrollo emocional, social y escolar equilibrado. Los factores que influyen en el desarrollo de la autoestima son idénticos en todos los niños sin tener en cuenta la presencia de desventajas. Por tanto, cuando pretendamos elevar la autoestima en niños con déficit visual, emplearemos las mismas técnicas que con niños videntes.
Desarrollo afectivo social
Padres y hermanos constituyen el clima básico psicosocial para el desarrollo de una conducta afectiva positiva. La familia repite en muchas ocasiones las actitudes que la sociedad impone hacia la ceguera, quien juzga a la persona ciega no por sí misma, sino por el temor y el respeto que la ceguera le inspira.Para muchos ciegos las más pesada carga puede no ser la ceguera, sino la actitud del resto de
personas para ellos. Para un ciego la mayor parte de los obstáculos derivan de su trato con la gente, que le hace sentirse como seres inútiles y aislados de la sociedad. El ciego, consciente de que es percibido por los demás como un ser inútil, acaba sintiéndose como tal, mucho más cuando quienes lo consideran así son componentes significativos para él: padres, hermanos, amigos, maestros, etc.
El sentimiento de inferioridad se instala en la persona ciega desde el momento en que es capaz de reconocer su impotencia para ver, y comprender que la vista es una propiedad que normalmente tienen todos los demás. Esto crea un sentimiento de inseguridad en sí mismo, al encontrarse con unas barreras (físicas y psíquicas), para conseguir unos determinados objetivos.
La mayoría de los ciegos viven con un fuerte sentimiento de soledad, si bien aparentemente se muestran sociables y espontáneos, esta impresión les hace sentirse aislados vivencialmente, aunque no lo estén ni social ni familiarmente.

1 comentario:

  1. Hola buenas tardes estaba buscando información al respecto porque estoy haciendo mi tesis sobre evaluación de la diversidad funcional visual en niños de cinco a 12 años y me pareció excelente esta publicación. Pero necesito el sustento teórico de lo arriba descrito para poder adjuntarla a mi trabajo, podría especificarme bibliografía de donde salió este artículo? Gracias

    ResponderEliminar