Cada vez más en nuestro quehacer profesional nos encontramos con personas que padecen síndromes que les acarrean distintas dificultades. Ocurre a veces que una discapacidad es más evidente que otras a las que oculta, lo que conlleva a prácticas erróneas o a la omisión de algunas indispensables. A modo de ejemplo, muchos niños con síndrome de Down poseen mermas significativas en su visión. Errores o torpezas que son debidas a la falta de visión son atribuidos a problemas “mentales”. A veces la disminución visual permanece oculta de por vida o es diagnosticada cuando ya no es posible un adecuado entrenamiento de estimulación visual. Otro ejemplo lo constituyen los pacientes afásicos. Muchos accidentes cerebro-vasculares traen también aparejados reducción del campo visual, dificultad que la persona no puede comunicar o ni siquiera identificar claramente.
Es conveniente que quienes trabajamos con personas con necesidades especiales incorporemos, independientemente de nuestra especialidad, conocimientos generales que impidan diagnósticos y tratamientos erróneos y nos guíen en la búsqueda del grupo interdisciplinario más adecuado para cada caso.
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este blog nos va a quedar genial
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